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Agencia de Soporte y Recursos. Jamás me había imaginado el trabajo que realizarían aquellas personas, obteniendo nuevas armas, nuevos proyectos, nuevos artículos para mejorar el día a día de los Agentes, era un trabajo duro, pero, ¿suficiente? Me había criado toda mi vida aprendiendo a quitar una vida, a destruir personas, a hundir sus mundos, me consideraba un efectivo poderoso para el Gobierno, y sin embargo, mirarme, estaba en la misma posición que un miembro de la Agencia de Soporte y Recursos… pensaba que la Agencia de Inteligencia y Espionaje, al ser la más cercana al CP9, tendría más privilegios, pero no, éramos todos iguales, algo que me resultaba escabroso. Igualmente, aquel tipo no aparentaba para nada ser alguien débil, por mucho aspecto de estudioso o científico que tuviera. Seguramente me llevaría una sorpresa. Simplemente durante un momento, simplemente unos segundos, y la misma voz de la misma persona volvió a resonar en la sala -Conozco perfectamente la ironía de la vida, pregúntale a mis padres si no me crees- decía con una sonrisa un tanto siniestra, pero en defecto, amigable y sincera. Al parecer, aquel tipo tenía un plan, y yo no iba a ser menos para participar en lo que tuviera en mente, más que nada porque si ocurría algo en aquella base, estaba obligado a mandar un informe al líder de su Agencia, aunque no lo soportara y lo odiara con todas mis fuerzas… algún día tendré su puesto, y entonces se podrá dar con un canto en los dientes.

El médico del tornillo comenzó a marchar hacia el pasillo, haciendo gestos para que fuera tras de él. No dudé un segundo. Salí de la sala de entrenamiento, no sin antes darle un último puñetazo al saco, que terminó de abrirse ya del todo y de desparramar toda la arena en el suelo. Escuchaba su voz, explicaba que quería divertirse, pero, ¿divertirse ahora? Todo el mundo estaba en el almuerzo, y si los superiores se enteraban de que estábamos escaqueándonos seguramente… -¡Qué demonios! ¡Cuéntame!- decía siguiendo su bata blanca y su voz. Claramente dudaba muchísimo de la fidelidad que pudiera tener este hombre, pero era un Agente del Gobierno, y entre agentes hay honor, a diferencia de entre ladrones. De todas formas, simplemente continué andando hasta donde se encontraba la sala de control y del guardia de cámaras comiendo como un cerdo. El doctor le gritó mientras le agarraba del hombro y este, sobresaltado, accionó el botón de las compuertas, abriendo a todos los prisioneros en la prisión… todo el sótano se iba a llenar de prisioneros, y pronto, saldrían a la ciudad.

-Bueno, entonces deséame suerte- dije mirando a Jin, sonriendo y de pronto, dando un pequeño bote que me impulsó varios metros a través de una ventana, rompiendo el cristal y saliendo al patio, el patio que bajaba hacia los sótanos y por donde saldrían todos los prisioneros. Estaba deseando de encontrar un desafío a mi altura, y este, este pequeños, era el más descabellado que jamás habrían planteado hacia mi persona.